Saturday, December 16, 2006

Parroquia

VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA ROMANA
SANTA MARÍA, ESTRELLA DE LA EVANGELIZACIÓN

HOMILÍA DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI

II Domingo de Adviento, 10 de diciembre de 2006


Queridos hermanos y hermanas de la parroquia "Santa María, Estrella de la Evangelización":

Estamos dedicando una iglesia, un edificio en el que Dios y el hombre quieren encontrarse; una casa para reunirnos, en la que somos atraídos hacia Dios; y estar con Dios nos une los unos a los otros.

En las tres lecturas que hemos escuchado encontramos tres grandes temas: en la primera lectura, la palabra de Dios que congrega a los hombres; en la segunda, la ciudad de Dios que, al mismo tiempo, aparece como esposa; y, por último, la confesión de Jesucristo como Hijo de Dios encarnado, hecha primero por Pedro, que puso así el inicio de la Iglesia viva que se manifiesta en el edificio material de toda iglesia. Escuchemos ahora con más detalle qué nos dicen las tres lecturas.

Ante todo, está el relato de la reconstrucción del pueblo de Israel, de la ciudad santa, Jerusalén, y del templo después del retorno del exilio. Tras el gran optimismo de la repatriación, el pueblo al llegar se encuentra un país desierto. ¿Cómo reconstruirlo? La reconstrucción externa, tan necesaria, no puede progresar si antes no se reconstituye el pueblo mismo como pueblo, si no se aplica de verdad un criterio común de justicia que una a todos y regule la vida y la actividad de cada uno.

El pueblo, tras el retorno, necesita, por decirlo así, una "Constitución", una ley fundamental para su vida. Y sabe que esta Constitución, para ser justa y duradera, en definitiva, para llevar a la justicia, no puede ser fruto de una invención autónoma suya. El hombre no puede inventar la verdadera justicia; más bien, debe descubrirla. En otras palabras, debe venir de Dios, que es la justicia. Por tanto, la palabra de Dios reconstruye la ciudad.

Lo que la lectura nos narra trae a la memoria el acontecimiento del Sinaí. Hace presente el acontecimiento del Sinaí: se lee y explica solemnemente la palabra santa de Dios, que indica a los hombres el camino de la justicia. Así se hace presente como una fuerza que, desde dentro, edifica nuevamente el país. Esto sucede el último día del año. La palabra de Dios inaugura un nuevo año, inaugura una nueva hora de la historia. La palabra de Dios es siempre fuerza de renovación, que da sentido y orden a nuestro tiempo. Al final de la lectura llega la alegría: se invita a los hombres al banquete solemne; se los exhorta a dar a los que no tienen nada y a unir así a todos en la comunión de la alegría, que se basa en la palabra de Dios.

La última palabra de esta lectura es la hermosa expresión: la alegría del Señor es nuestra fuerza. Creo que no es difícil constatar cómo estas palabras del Antiguo Testamento son ahora una realidad para nosotros. El edificio de la iglesia existe para que nosotros podamos escuchar, explicar y comprender la palabra de Dios; existe para que la palabra de Dios actúe entre nosotros como fuerza que crea justicia y amor. En especial, existe para que en él pueda comenzar la fiesta en la que Dios quiere que participe la humanidad, no sólo al final de los tiempos, sino ya ahora mismo.
Existe para que nosotros conozcamos lo que es justo y bueno, y la palabra de Dios es la única fuente para conocer y dar fuerza a este conocimiento de lo justo y lo bueno.

Por tanto, el edificio existe para que aprendamos a vivir la alegría del Señor, que es nuestra fuerza. Pidamos al Señor que nos haga sentirnos felices con su palabra; que nos haga sentirnos felices con la fe, para que esta alegría nos renueve a nosotros mismos y al mundo.

La narración veterotestamentaria nos introduce en la visión del Apocalipsis, que hemos escuchado como segunda lectura. La ciudad es esposa. No es solamente un edificio de piedra. Todo lo que, con grandiosas imágenes, se dice sobre la ciudad remite a algo vivo: a la Iglesia de piedras vivas, en la que ya ahora se forma la ciudad futura. Remite al pueblo nuevo que, en la fracción del pan, se convierte en un solo cuerpo con Cristo (cf. 1 Co 10, 16 s). Como el hombre y la mujer, en su amor, son "una sola carne", así Cristo y la humanidad congregada en la Iglesia se convierten, mediante el amor de Cristo, en "un solo espíritu" (cf. 1 Co 6, 17; Ef 5, 29 ss).

Los cimientos de la ciudad no son piedras materiales, sino seres humanos: son los Apóstoles con el testimonio de su fe. Los Apóstoles siguen siendo los cimientos de la nueva ciudad, de la Iglesia, mediante el ministerio de la sucesión apostólica: mediante los obispos. Las velas que encendemos en las paredes de la iglesia, en los lugares donde se harán las unciones, recuerdan precisamente a los Apóstoles: su fe es la verdadera luz que ilumina a la Iglesia. Y, al mismo tiempo, es el fundamento en el que se apoya. La fe de los Apóstoles no es algo anticuado. Puesto que es verdad, es el fundamento en el que nos apoyamos, es la luz por la que vemos.

Pasemos al Evangelio. ¡Cuántas veces lo hemos escuchado! La profesión de fe de san Pedro es el fundamento inquebrantable de la Iglesia. Junto con san Pedro, decimos hoy a Jesús: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo". La palabra de Dios no es solamente palabra. En Jesucristo la Palabra está presente en medio de nosotros como Persona. Este es el objetivo más profundo de la existencia de este edificio sagrado: la iglesia existe para que en ella encontremos a Cristo, el Hijo del Dios vivo.

Dios tiene un rostro. Dios tiene un nombre. En Cristo, Dios se ha encarnado y se entrega a nosotros en el misterio de la santísima Eucaristía. La Palabra es carne. Se entrega a nosotros bajo las apariencias del pan, y así se convierte verdaderamente en el Pan del que vivimos. Los hombres vivimos de la Verdad. Esta Verdad es Persona: nos habla y le hablamos. La iglesia es el lugar del encuentro con el Hijo del Dios vivo, y así es el lugar de encuentro entre nosotros. Esta es la alegría que Dios nos da: que él se ha hecho uno de nosotros, que nosotros podemos casi tocarlo y que él vive con nosotros. Realmente, la alegría de Dios es nuestra fuerza.

Así el evangelio finalmente nos introduce en la hora que estamos viviendo hoy. Nos conduce a María, a quien aquí honramos como Estrella de la Evangelización. En la hora decisiva de la historia humana, María se ofreció a sí misma a Dios, ofreció su cuerpo y su alma como morada. En ella y de ella el Hijo de Dios asumió la carne. Por medio de ella la Palabra se hizo carne (cf. Jn 1, 14). Así María nos dice lo que es el Adviento: ir al encuentro del Señor que viene a nuestro encuentro.
Esperarlo, escucharlo y contemplarlo. María nos explica para qué existen los edificios de las iglesias: existen para que acojamos en nuestro interior la palabra de Dios; para que dentro de nosotros y por medio de nosotros la Palabra pueda encarnarse también hoy.

Así, la saludamos como Estrella de la Evangelización: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, para que vivamos el Evangelio. Ayúdanos a no esconder la luz del Evangelio debajo del celemín de nuestra poca fe. Ayúdanos a ser, en virtud del Evangelio, luz para el mundo, a fin de que los hombres puedan ver el bien y glorifiquen al Padre que está en los cielos (cf. Mt 5, 14 ss). Amén.

Saturday, December 02, 2006

Anecdotas de un viaje bendito

LAS MEJORES ANECDOTAS DEL PAPA EN SU DESPEDIDA DE TURQUIA



LOS PERIODICOS TURCOS ALABAN LA HUMILDAD BENEDICTO XVI
"La temida visita del Papa concluyó con una sorpresa fantástica," publicó en su portada el diario Aksam.
"En la Mezquita Sultan Ahmet, se volvió hacia La Meca y rezó como los musulmanes," escribió el popular periódico Hurriyet, utilizando el nombre oficial del edificio.

Sus gestos, incluyendo su apoyo a la candidatura de Ankara para entrar en la Unión Europea y sus alabanzas al Islam como una fe pacífica, parecen haber persuadido a los turcos de pasar la página tras la tensión que siguió a un discurso en el que citó a un emperador que calificó el Islam de religión violenta.


EL PAPA SORPRENDE A LA GENTE ONDEANDO UNA BANDERA TURCA
La sorpresa desconcierta las informaciones de unos enviados especiales que parecen abrumados por lo que ven. Benedicto XVI ondea una bandera turca como si fuera "un aficionado al fútbol animando a su equipo”, dice un periodista americano de la agencia Reuters desde Estambul.


EL PAPA BENEDICTO XVI LLEVA EN EL CORAZÓN A LOS TURCOS
Antes de dejar Turquía dijo que esperaba que su visita haya podido servir para una mayor comprensión entre religiones, sobre todo con el Islam. Benedicto XVI ha manifestado también que dejaba una parte de su corazón en Estambul.



LA IGLESIA NO DESEA IMPONER NADA, SOLO PIDE LIBERTAD
"Ustedes saben bien que la Iglesia no desea imponer nada a nadie, y que lo único que pide es vivir en libertad", expresó Benedicto XVI en la Catedral del Espíritu Santo en Estambul, en presencia del patriarca ecuménico Bartolomé I, líder espiritual de los iglesia ortodoxa griega en el mundo.


UN PAPA QUE CONQUISTA CORAZONES
"El Papa está conquistando corazones", tituló el viernes el Turkish Daily News.
Después que el pontífice suscitó indignación en buena parte del mundo islámico con una cita de un lejano emperador bizantino que muchos musulmanes consideraron ofensiva, los jerarcas del Vaticano se esforzaron por salvar su visita a este país de abrumadora mayoría musulmana y lo último que consideraron fue una visita a una mezquita.
Una cuidadosa combinación de diplomacia vaticana, las negociaciones de los obispos católicos y los gestos del papa Benedicto XVI crearon el clima que parece haber signado con éxito la visita del pontífice a Turquía, una puerta al mundo musulmán.


UNA GOLONDRINA NO HACE VERANO, PERO...
"Una golondrina no hace verano, pero muchas le pueden seguir para poder disfrutar de una primavera en este mundo", dijo a Benedicto XVI el claramente satisfecho Mustafá Cagrici, clérigo supremo de Estambul, luego de orar con él.
Pero el pontífice alemán no solamente visitó la famosa Mezquita Azul de Estambul sino también oró junto a un imán de cara a La Meca.



EL PAPA BENEDICTO, AMIGO DE SUS AMIGOS
Bartolomé I lo ha acogido con todos los honores. Basta ver como le levantó el brazo en el balcón de la sede del patriarcado. Y es que la presencia del Papa de Roma le han dado un realce mediático que no deseaba el Gobierno turco, que no reconoce al Patriarcado Ecuménico de Constantinopla y para Ankara Bartolomé I sólo es el obispo de Fanar.

El gobierno turco pidió oficialmente al Papa que no se refiriera a Bartolomé I como "patriarca ecuménico". Benedicto XVI en sus textos siempre se refirió a él como Patriarca de los ortodoxos.



LA FRATERNIDAD Y LA HUMILDAD LO PUEDEN TODO
La oración en Mezquita y el 'abrazo' con Bartolomé I marcan viaje del Papa

El momento de oración al lado del Gran Muftí de Estambul, Mustafa Cagrici, en la 'Mezquita Azul', mirando hacia la meca como hacen los musulmanes, es sin duda la imagen de este viaje.

La foto del Papa en recogimiento ante el Mihrab, la llamada 'puerta' que señala la Meca, está hoy en la primera página de toda la prensa turca, que considera muy positivo el gesto.

Otro de los momentos importantes durante este viaje ha sido el 'abrazo' físico y simbólico al Patriarca ortodoxo Bartolomé I, un pequeño paso más en el diálogo para llegar al ecumenismo, la unidad de todos los cristianos, el tema principal de la visita, según el mismo Benedicto XVI.


LA HUMILDAD DEL PAPA ACERCA A LOS ORTODOXOS
El Patriarca Ecuménico, Bartolomeo I, se mostró hoy 'convencido' de que la visita oficial de Benedicto XVI a Turquía, además de ser 'histórica', ha tenido un 'valor incalculable' en el 'proceso de reconciliación' entre las iglesias católica y ortodoxa, separadas desde hace casi un milenio.
En una entrevista a un diario católico, Bartolomeo I consideró además que el viaje del Pontífice 'ha tenido lugar en un momento tan difícil y en circunstancias muy delicadas', en una velada referencia a las polémicas declaraciones de Su Santidad en la Universidad de Ratisbona el pasado septiembre en las que identificó indirectamente Islam con violencia.


LA ORACION ACERCA A HOMBRES DE CREDOS DIFERENTES
Es "más significativa aún que una disculpa" por sus comentarios, afirmó el mufti de Estambul, Mustafá Cagrici, quien oró junto a él durante este momento excepcional.

"Fue algo muy bello, un gesto de su parte. Con su posición transmitió un mensaje a los musulmanes", declaró el mufti, quien también es profesor de teología, citado el viernes por el diario Sabah.

La oración en la mezquita dejo huella
"Como jefe de la Iglesia católica y como líder espiritual, es mi deber (obrar para el) diálogo y una mejor comprensión entre las religiones, en particular con el islam y el cristianismo", afirmó el Papa.

"Me daré por satisfecho si mi viaje contribuye a ello", agregó, reconociendo que dejaba "una parte de su corazón" en Estambul.

Uno de sus gestos más significativos en este sentido fue su 'oración íntima' del jueves en una mezquita, que caló muy hondo.


EL PAPA BENEDICTO SE DESPIDE CON UNA MISA
La misa con la que Benedicto XVI puso fin a su visita a Turquía contó, además de la presencia del Patriarca Ecuménico de Constantinopla, con la asistencia del Patriarca Armenio Mesrob II y el Metropolita Sirio Ortodoxo, Fluksinos Yusuf Cetin. La ceremonia incluyó cantos y símbolos de las tradiciones armenia, caldea, aramea y siria.



EL PAPA BENEDICTO XVI INAUGURA UNA ESTATUA DE JUAN XXIII
El Papa Benedicto, junto a los representantes de los diversos ritos cristianos en Turquía, inauguró una estatua de su antecesor Juan XXIII, quien fuera nuncio apostólico en ese país durante nueve años.


UN GESTO DE PAZ DELANTE DE LA ESTATUA DE BENEDICTO XV
El Papa dejó en libertad varias palomas blancas cerca de una estatua en honor de quien fue pontífice durante la Primera Guerra Mundial, Benedicto XV, que inspiró su nombre papal. La estatua fue erigida por Turquía en reconocimiento a la obra del papa ''como un benefactor de toda la gente, sin importar su nación o credo''.